¿Cómo distanciarnos de una ex pareja y no fallar en el intento en la era de Facebook?
Todos bien conocemos la difícil tarea de realizar el duelo por separación, luego de la ruptura de una relación de pareja significativa para nuestras vidas. Independientemente de quien haya tomado la decisión de finalizar la relación, generalmente pasamos por un periodo en el cual nos sentimos muy tristes al ver derrumbarse muchos de nuestros proyectos y nos sentimos ansiosos ante un futuro incierto. Los días posteriores a la separación generalmente se viven con mucha angustia y una intensa sensación de vacío; solemos estar distraídos evocando pensamientos, imágenes y recuerdos de aquella relación que no pudo ser.
La duración de este periodo de angustia y ansiedad es variable dependiendo, entre otros factores, del compromiso afectivo entre ambos, el tiempo que duró la relación, la presencia de hijos y si la separación fue de mutuo acuerdo o inesperada para uno de los dos.
En ocasiones nos sentimos culpables y nos castigamos por haber perdido a la persona amada; nos reprochamos haber hecho o dicho tal cosa, o haber actuado de tal manera, rememoramos insistentemente una y otra vez los diálogos y los hechos que tuvieron lugar con esa persona, como si el hecho de evocarlos fuera a modificar el desenlace; por el contrario, nos angustia más. En otras ocasiones, no hay reproches hacia uno mismo o sentimiento de culpa sino mucho enojo y furia con la otra persona, que nos lleva una y otra vez a pensar en todo “lo que hizo” para romper la relación o “lo que no hizo” para mantenerla, adjudicándole toda la culpa y sin reflexionar acerca de nuestro 50 por ciento de responsabilidad en la relación.
Aunque no es sencillo, es recomendable atravesar este duelo lo más distanciados posible, es decir, sin saber demasiado acerca de las intimidades de la ex pareja luego de la separación. Muchas veces la curiosidad de saber si se siente igual que yo, si ya me olvidó, si ya está saliendo con otra/o, si la otra persona será más atractiva, nos lleva a averiguar al detalle intimidades que lejos de calmar nuestra angustia, potencian el dolor.
Si nos remontamos en el tiempo, antes de la aparición de Internet, esa “distancia deseable” era más fácil de lograr, ya que las posibilidades de tener toda esa información acerca del otro eran más reducidas o, si existían, exigía mucha exposición de nuestra parte: o bien teníamos que levantar el teléfono para hacerle directamente todas esas preguntas a la ex pareja, o bien investigábamos a través de un conocido de ambos pero con el riesgo de que se enterase y quedáramos en evidencia. Las distancias, el no tener acceso en lo inmediato a la información y el temor de quedar demasiado expuestos, eran algunos de los factores que probablemente nos hacían desistir y resistir a la tentación de inmiscuirnos en la intimidad del otro y, al mismo tiempo, nos resguardaban de seguir provocándonos mayor dolor y angustia, favoreciendo esa distancia tan necesaria para realizar el trabajo de duelo por separación sin demasiados sobresaltos.
Hoy en día, quedaron atrás aquellos tiempos en los cuales uno podía transitar la ruptura casi en total desconocimiento del devenir de la vida de la otra persona. Con el avance de la tecnología y la proliferación de las redes sociales, este escenario se modifica completamente ya que, al acortarse las distancias, cambia radicalmente el concepto de “separación” tal como lo conocíamos hasta entonces, y nos encontramos con una modalidad diferente del duelo por separación tal como lo entendíamos hasta hace unos pocos años.
En la actualidad, Internet y toda la amplia gama de redes sociales como Facebook, nos ofrecen esa información de una manera rápida, sencilla, sin esfuerzo y sin exposición. No es fácil resistirse a semejante tentación, la accesibilidad de la búsqueda y el total anonimato con el que se hurga en la intimidad del otro pantalla de por medio, lejos de ser un beneficio que nos cuesta tan sólo un click, se transforma en un obstáculo importante para poder transitar el duelo que muchas veces se vive como una lenta tortura masoquista del cual no es fácil escapar sin esfuerzo.
En los consultorios de psicología, se multiplican las historias de separaciones que siguen este tortuoso camino que consiste en espiar la vida del otro a través de redes sociales como Facebook. En muchos casos, luego de la separación, se sigue teniendo el mismo tipo de acceso a la cuenta de la otra persona con todo lo que ello implica: actualizaciones, fotos, comentarios. En ocasiones, con la intención de seguir siendo “amigos” no se toma la distancia suficiente, se niega la realidad y muchas veces se termina en un intento empecinado de recuperar lo perdido. También son muchos los que entran en el juego de dar celos, creando una ficción y haciéndose cada vez más daño a través de actualizaciones de fotos con otras personas o solos con un aspecto muy divertido y sexy. Cuando se impone este escenario, no hay nada que este librado al azar o sea inocente en Facebook.
En otros casos se bloquea el acceso pero, si la intención es seguir espiando lo que hace el otro, esto no representa un límite ya que es suficiente con tener amigos o familiares que todavía posean acceso a esa cuenta para continuar con el espionaje desde allí. Y, si ninguna de las dos alternativas anteriormente mencionadas es posible, se crea una cuenta nueva con un nombre falso y se espera a que la otra persona lo/a agregue pensando que es un interesado desconocido. Por último, si esto no ha dado resultado, basta con googlear el nombre para tener sencillamente el acceso al perfil público, y a través de la foto tener cierta información o intuir lo que hace el otro, cómo y con quien está, disparando un sinnúmero de fantasías y suposiciones que generan mucho daño e inseguridades.
Intuir a través de una foto o comentarios de otros que esa persona amada ya está saliendo con alguien mientras nosotros todavía no podemos dejar de pensar en él/ella, que está pasándola fenomenal, mientras nosotros estamos cada vez más hundidos en el dolor, que se recuperó de la separación muy rápidamente mientras a nosotros nos cuesta un triunfo seguir con nuestra vida, puede generarnos más dolor aún. Si insistimos con esta conducta de espiar la intimidad del que fue nuestro compañero/a días atrás una y otra vez, cuando el vínculo emocional todavía es muy fuerte y uno no logró todavía caer en la realidad de la separación, lejos de calmarnos puede transformar el proceso de duelo en una lenta agonía.
Claro está, que es difícil sobreponerse al abandono de la persona amada pero, si a esta dificultosa tarea le añadimos de nuestra parte una “conducta persecutoria online” que lejos de mantener esa distancia necesaria con la ex pareja nos coloca en el temido escenario de saber al detalle cada uno de sus movimientos a través de las redes sociales, ese duelo podría extenderse más de lo necesario haciendo obstáculo a la natural recuperación de la persona y dificultando el acceso a nuevas relaciones de pareja estables
Se requiriere de mucho esfuerzo de nuestra parte para no ceder ante el impulso de querer saber más y más. Si esperamos a no sentir nada para distanciarnos y dejar de espiar, probablemente ese momento llegue muy tarde o nunca, dado que la misma conducta de espionaje podría retroalimentar un circulo vicioso de mayor dependencia con la otra persona; es decir, primero tenemos que resistir el impulso de querer saber más, y luego, paulatinamente, con la distancia que generemos iremos realizando el debido trabajo de duelo que nos permitirá enfrentarnos a la verdad, reconociendo y expresando la diversidad de sentimientos ambivalentes que pueden tener lugar en esta etapa como son la tristeza, sensación de vacío, dolor, enojo. Cuando eso suceda, podremos dar paso a una reorganización y reflexionar solos o con ayuda profesional acerca de nuestro 50% de responsabilidad en la relación y aprender de ello para estar mejor preparados para afrontar una relación diferente con la ex pareja, en el caso de que el vínculo inevitablemente deba mantenerse, sea por la presencia de hijos o porque ambos comparten un mismo espacio laboral o de otra índole.
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