Reflexionar, identificar y poner en palabras creencias, sensaciones, emociones y necesidades que generan sufrimiento.

Aceptar lo que no depende de uno. Diferenciar lo que está en nuestras manos cambiar de lo que no y aprender a convivir con ello sin culpa.

Cuestionar creencias y flexibilizar esquemas disfuncionales
Reconocer creencias limitantes que impactan en la salud emocional y trabajar en su transformación.

Favorecer el crecimiento personal. A medida que avanza el proceso terapéutico, se va desarrollando una mayor comprensión de uno mismo, más confianza, mejor gestión emocional y una mejora concreta en la calidad de vida.

Comprender influencias internas y externas. Detectar mandatos familiares que interfieren en las decisiones personales, identificar patrones vinculares repetitivos y reconocer cómo uno se ve a sí mismo y a los demás.